Vivir consiste en construir futuros recuerdos (Ernesto Sábato)
Recordar consiste en construir pasadas vivencias (Josef Manwell)

sábado, 24 de abril de 2010

Olvida

La abrupta costa de Acoro ha sido la pesadilla de los marinos durante siglos, motivo por el cual posee uno de los faros más antiguos del continente. Su oscilante luminaria vigilaba el tránsito de naves entre los dos océanos hasta que el alcalde, el señor Zampo, que se aferró al poder durante cuarenta años, abandonó a su libre albedrío a los ciudadanos que se internaban en el mar con sueños de libertad, y apagó, con su gélido soplido, todo destello de luz. La población, temerosa, evitaba alejarse de la costa por miedo a perderse y el comercio desapareció de las lonjas. Durante esos grises años, los ciudadanos de Acoro permanecieron ajenos a las corrientes culturales que fluían por el continente y se acostumbraron a sobrevivir con los productos locales. Hubo, incluso, quien defendió esta situación, alegando, tras un tupido velo nacionalista, que nuestros alimentos eran los mejores del mundo. Los más intrépidos se ofrecían a los caprichos de las olas que jugaban con las rocas, unas veces escondiéndolas, otras sorprendiendo a las quillas. El mar se tragaba los cuerpos y las ilusiones, mientras que las familias lloraban desde tierra.
Ya hace tiempo que murió el alcalde y resucitó el faro. Desde entonces, no se han perdido más vidas y la navegación ha recuperado el esplendor de antaño, pero ahora que ciertos ciudadanos de Acoro quieren echarse a la mar para recuperar las embarcaciones de sus padres fallecidos, el hijo de Zampo ha prohibido la búsqueda.

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