Vivir consiste en construir futuros recuerdos (Ernesto Sábato)
Recordar consiste en construir pasadas vivencias (Josef Manwell)

martes, 23 de marzo de 2010

La Ciudad

Tiene la ciudad de Acoro, un cierto aire provisional, un deseo continuo de cambio que no logra alcanzar, una vejez que se renueva para volver a ser vieja, como un maquillaje que acentúa las arrugas. Sus casas miran al puerto, obviando los patios desvencijados, con agrietadas fachadas de colores, cuya fingida alegría, la humedad mata. Desde mi ventana veo al operario que arregla los baches del pavimento con adoquines robados de otra calle, igual que lo hizo su padre, y el padre de su padre. Un Sísifo empeñado en paliar la ruina con ruina.
No les entretendré con datos geográficos de la ciudad, pero, para los que ignoran su ubicación, les remito a la obra del cartógrafo Justin Foller, no sin antes recordarles que la información demográfica, dada su constante variabilidad, ha de ser considerada, únicamente, a título orientativo.
De las gentes de Acoro, o acorenses, cuyo gentilicio pocos toman en propiedad, es difícil encontrar un arquetipo que les defina. Cuando uno llega por primera vez, siente que los foráneos son, en realidad, los ciudadanos que aquí habitan. Y así, en un mutuo sentimiento de extranjería, te fundes con ellos en una perpetua búsqueda de cultura común.
Yo, Josef Manwell, en Acoro aprendí que la felicidad no existe, y por ello, desistí de buscarla en otro lugar. Desde entonces, paseo por las parcheadas calles de la ciudad, mi parcheada vida, y, como los operarios municipales, tapo unas penas con otras, pintadas de esperanza.


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