Vivir consiste en construir futuros recuerdos (Ernesto Sábato)
Recordar consiste en construir pasadas vivencias (Josef Manwell)

viernes, 23 de julio de 2010

Del deseo

En numerosos artículos me habrán oído hablar del Noroeste. Se trata del café y restaurante que alimenta mi cuerpo y nutre mi espíritu. Es uno de los locales del Barrio Viejo que ha resistido el paso del tiempo sin cambiar de negocio. Tiene la entrada por la estrecha calle de La Luna y su acristalada fachada principal da al Paseo de Acoro, lo que permite, si tienes la suerte de colocarte en una de las mesas próximas a la ventana, compartir las pulsiones de la ciudad. Una estructura de metal oxidado soporta letras de madera que un día rezaban su nombre, y en la esquina, visible desde las dos calles, una rosa de los vientos señala hacia arriba y a la izquierda. El conjunto de tonos sepia parece sacado de una vieja fotografía.

Al atravesar su puerta, el olor a café que sutilmente invitaba a los viandantes, ahora se vuelve exigente, y como si cambiara de humor, te obliga a consumirlo y saborear placenteramente el alma de tierras lejanas. Llama la atención el suelo blanco y negro, que como un tablero de ajedrez que se pliega, continúa por la pared hasta un metro aproximadamente, donde un pasamanos, que rodea la estancia, ha perdido el brillo como las joyas de un chamarilero.

Al fondo, tras la barra, en el punto de fuga de una perspectiva divina, atiende Sarita. Son sus ojos verdes la única luz de color de la escena y su piel oliva compite con los dorados que adornan el mostrador. La continua sonrisa que sostiene su boca parece acariciar el aire con sus oscuros labios, en un eterno baile de besos perdidos.

Un casi imperceptible movimiento de sus pestañas me indica que hay sitio en la planta superior, espacio reservado para las comidas, pero que a los habituales nos ceden cuando se sobrepasa el aforo. Desde ese lugar, elevado y también acristalado, la vista del Paseo es privilegiada, furtiva.

Desde hace semanas les observo, siempre a la misma hora. Tras leer las primeras noticias en el Comercial Acorense sobre las heridas de la enferma ciudad, levanto la vista y aparecen. Cada uno por su lado, suben a destiempo al primer piso de la casa de enfrente.

Los dos están nerviosos, cada uno a su manera, y en el centro de la habitación, frente a frente se detienen. Ella retira la mirada que él no persigue, y se deja abrazar por unos brazos que no la tocan, como un chaman que impone mágicamente las manos. Inspira con la fuerza de un agujero negro que absorbe la galaxia de la habitación, y él se deja ir, aproximándose al límite; y se le escapan las manos blancas y gélidas como en una mañana de enero, y quedan inertes junto a su cintura. Él coloca las suyas a la altura de sus pechos que se elevan, mirando los desenfocados y amenazantes dedos. Entonces ella deja caer su cabeza hacia atrás, ofreciendo el cuello que palpita, que soporta la presión de una sangre arrolladora, sintiendo el aliento que se ha mantenido fresco, en la última caverna de su cuerpo, para este momento. La boca de la joven se abre y se acopla, sin tocarse, a la de él, en una eficaz sinapsis de pasión, en un beso seco que amenaza ser eterno y que los deja exhaustos, por el isométrico espectáculo de amor mímico.

Caen sus brazos lacios y los cuerpos parecen encoger, vaciados. Entonces, como han venido, se marchan. Primero uno y luego otro, en direcciones opuestas. Durante un rato les acompaño con la mirada, intentando adivinar su destino, hasta que mi cabeza pega con el cristal y se alejan por un ángulo imposible.

Me sorprende la voz de Sarita que me ofrece otro café. Y yo no sé qué contestar, ni qué hacer. Sólo puedo mirar los labios de los mil besos que se mueven al hablar en la cara de la camarera.

2 comentarios:

  1. como son los labios de los 1000 besos?
    no se que pasion es mas grande:la de los dos,o la de la camarera apetisante que "pintas" meticulosamente con tus palavras.el deseo es evidente por la metamorfosis que haces con sarita y con el impacto que te ofrecen sus ojos verdes....

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