Vivir consiste en construir futuros recuerdos (Ernesto Sábato)
Recordar consiste en construir pasadas vivencias (Josef Manwell)

miércoles, 5 de mayo de 2010

El francés

Todo comenzó como una excusa, un alegato de un fonema rebelde, una dislalia con traje elegante. Como de broma, un día dijo que era francés.
Oí las voces desde la puerta del Noroeste con su inconfundible frenillo. Estaba realmente enojado por una carta de vinos sin Chardonnay y, cual histrión que busca el papel de su vida, se llevaba las manos a la cabeza, preguntandose cómo era posible que en Acoro no se pudieran saborear caldos franceses. En otra ocasión le encontré en el almacén del Sr. Makado en busca de láminas impresionistas, y durante una hora, disertó sobre la analogía de las pinceladas de Monet con los habitantes de la ciudad, que sin tocarse, forman parte de un lienzo urbano que se ve desde las alturas. Cuando conseguí hacerle ver que compartía sus teorías, se despidió de mí con un apretón de manos que me transmitió el olor a Camembert que, sin duda, desprendía el paquete que estrujaba mientras hablaba.
Todo en él se fue afrancesando y ya casi nadie dudaba de su origen galo. El nuevo puente, que bebía de Eiffel, el Barrio Viejo que evocaba a Saint Germaine, y Sarita, con su pelo nouveau, a la que agasajaba con flores del mal, configuraban su escenario cotidiano.
Traté de hablar con él, pero la comunicación se tornaba complicada porque su idioma mutó a expresiones guturales cargadas de tópicos. Le dije que no era preciso, que contaba con el cariño de todos, que le queríamos como era… Pero con resignación, y casi compadeciéndose de mí, expuso que nadie controlaría su existencia, que sólo él vencería el desasosiego, y que nuestras buenas intenciones no podían ayudarle, pues no éramos más que elementos de su propia creación.
Bernard murió antes de que la primavera secara sus lágrimas. Lo encontraron en su finca del monte Gorzu, de la que ya no salía y a la que llamaba Santa Elena.

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